Los conflictos son la consecuencia de múltiples variables, las personas deben tomar conciencia de la su realidad para transformar el conflicto y a ellas mismas.
El/la facilitador/a, profesional especialista en mediar y gestionar conflictos, propone estrategias y acciones para abordar los problemas de la manera más eficaz, eficiente y efectiva posible, con los menores costes posibles en todos los sentidos (económicos, emocionales, etc) y con mejores posibilidades para todos.
Todo viaje en la mar de gentes es una aventura hacia los océanos de grupos y equipos de trabajo. Por ello hay que establecer límites planeados, claros y seguros pero flexibles ante los retos de la gestión de conflictos.
No es tan importante a que puerto llegar sino llegar a buen puerto. Ir demasiado despacio significa que no se está haciendo muchos progresos, pero llegar muy rápido puede significar no disfrutar del proceso o no haber navegado en los profundos mares de dudas y prejuicios para ir surcando los acuerdos y desacuerdos contando con los imprevistos y asuntos antes de avistar los firmes compromisos.
La gente necesita saber que forman parte y arte del trabajo en equipo, conscientes que pueden ser ellos/as mismos/as dentro de un grupo donde poder expresar sus opiniones y ser valorados por ello.
Viajar en grupo es la chispa que enciende y calienta el encuentro en el frío mar del desencuentro. Es la energía que transforma la discusión en reflexión, la experiencia en aprendizaje, el compromiso en un aviso para avanzar desde la motiva-acción hacia la participa-acción.
Las estrategias que mayor excelencia consiguen son en las que todos ganan y nadie pierde. Esto se consigue con creatividad y mediante la cooperación, cuando se negocia, cuando se toma en cuenta al otro, cuando se ve al otro como legítimo, cuando renunciamos a ser portadores de la verdad…La forma de transformar un conflicto se da cuando todos los involucrados participan en ello con creatividad; cuando satisfacen sus necesidades profundas, que son comunes en la humanidad, más allá de sus propios intereses que suelen ser particulares y egoístas.
En la naturaleza ningún animal es mejor que otro, sólo hay que ser consciente de las diferencias. Los seres marinos pueden servirnos a modo de metáforas para explicar las relaciones humanas, para tener en cuenta distintas variables o circunstancias peculiares en cada situación.
De este modo, nos encontramos con:
– Tiburones que confrontan y controlan compitiendo en la ley del más fuerte, en relaciones en las que intentan ganar y por tanto los demás pierden, puesto que muestran gran interés en sus objetivos y apenas compromiso en la relación.
– Cangrejos y Tortugas marinas que niegan los problema, se esconden y evitan adversidades al huir o renunciar sin importan perder en algunas situaciones que no dan importancia a la relación ni al interés en el tema concreto.
– Pulpos que parecen comerciantes o negociadores cediendo y apretando, buscando el equilibrio entre las relaciones e intereses para que por ambas partes se consiga salir satisfecho y contento en armonía en las pérdidas y ganancias.
– Delfines que colaboran buscando soluciones al estar muy comprometidos en las relaciones y en los intereses por el tema tratado. Su estilo de respuesta ante los conflictos se caracteriza porque entre ambas partes se consigue ganar lo máximo posible.
– Rayas que se acomodan cediendo e incluso perdiendo ante la ganancia del otro, puesto que prefieren quedar en calma manteniendo el buen ambiente en las relaciones que consideran valiosas. Son un bálsamo para mantener los vínculos que aprecian y salir del paso ante los conflictos en los que apenas tienen interés.
Los/as nautas aprendemos significativamente de los estilos de respuesta de otras especies. Aunque cada marinero/a tenga tendencias de comportamiento todos/as, incluso dentro de un mismo barco, jugando con los roles aceptados y rechazados; reales e imaginarios; abandonados y actuales; indeterminados, simbólicos o metafóricos para ser más libres en la cuestión de elegir que ser o no ser.
Con la Gestión de Conflictos se puede retomar el PODER de:
Prevenir y Perseverar ante las adversidades y conflictos.
Organizar y Optimizar los recursos personales.
Descubrir y Desear nuevos destinos y metas.
Entusiasmar y Empatizar con los compañeros.
Respetar y Reconocer a cada uno/a del grupo, porque siendo uno/a con otro/a se suma mucho más que dos.
Cuando se viaja en GRUPO hay que tener en cuenta
Generar buen ambiente.
Responsabilizarse conscientemente.
Unirse colectivamente.
Participar activamente.
Originar soluciones creativamente.
Simpatizar con la gente personalmente que deciden retomar el PODER de trabajar en EQUIPOS con;
E xcelencia y Equilibrio
Q ueriendo ser Quórum en la
U tilidad al Unísono de la
I dentidad e Implicación en el
P rogreso y Prosperidad para
O btener los Objetivos con
S ensatez, Sinceridad y Serenidad que Suma Sentir la Sinergia Social de la Solidaridad.
Cuando los marineros se enrolan en un barco desempeñan roles como integrantes de un grupo que dependen de la misma dinámica del juego de roles en el grupo y no sólo de las características de cada navegante.
El rol se asocia a la representa-acción de ciertos conductas o aspectos sociales y por lo tanto está unido a la resistencia al cambio de asumirlos o rechazarlos, debido a la inercia o tendencia a mantenerse realizando lo habitual o lo acostumbrado a mantener.
En el cuaderno de bitácora de todo barco aparecen diversos roles que interactúan y se mezclan entre los grupos de navegantes. El aprendizaje grupal surge mayormente del trabajo en equipos o trabajo colaborativo. En este caso los/as participantes unidos/as en grupos juegan roles que se relacionan, complementan y diferencian para lograr una meta común. Para lograr colaboración se requiere de una tarea mutua en la cual los/as participantes trabajan juntos/as para producir algo que no podrían producir individualmente.
Es fundamental tomar conciencia que el intercambio de actitudes entre la tripulación es un juego de roles y por tanto debe jugarse como tal. Es decir, el bienestar de los/as marineros/as depende de la reflexión sobre su conducta que es condicionada por un rol determinado.
A lo largo y ancho del mar se navegan oleadas de roles vinculares o estilos de respuesta ante el conflicto. Una buena filosofía de los barcos resilientes es tener en cuenta que se destruye a los enemigos cuando se convierten en amigos, por este motivo, aprendemos de las defensas y ataques, vulnerabilidades y mecanismos de protección de los animales costeros y de mares de conflictos profundos.
Los estilos de respuesta ante un conflicto varían constantemente según las variables del compromiso con los intereses o el tema y según el compromiso con la relación, es decir la importancia que da a ese vínculo.
Para gestionar conflictos es importante no centrarse en intereses individuales sino en necesidades colectivas. De este modo, se pueden compartir objetivos y sentir que se forma parte de un colectivo haciendo GRUPOS que generan dinámicas como EQUIPOS de trabajo para retomar el PODER.
– Crear una atmósfera afectiva. Teniendo en cuenta el momento de escalada del conflicto en el cual predominan las posturas rígidas basadas en el “yo versus tú”. Es determinante encontrar el momento adecuado de abordar algunos conflictos.
– Clarificar percepciones. Las percepciones juegan un papel determinante al ser las gafas a través de las cuales vemos la realidad. Hay que tener en cuenta las necesidades de la otra parte, las cuales estarán basadas también en sus propias percepciones.
– Apuntar a necesidades individuales y compartidas que deben ser cubiertas para que las partes se consideren satisfechas.
– Construir un poder positivo compartido. El poder está compuesto por las actitudes, percepciones, creencias y conductas que dan a las personas y grupo la habilidad de actuar o desenvolverse eficientemente.
– Desarrollar la capacidad de mirar al conflicto desde el presente, mirando al futuro y con la intención de aprender del pasado.
– Generar opciones con creatividad e imaginación.
– Asciende escalones, poco a poco, para implementar las acciones específicas, con buena posibilidad de éxito, que las partes pueden desarrollar para mejorar la relación, satisfacer necesidades compartidas y ayudar a construir confianza entre las partes.
– Hacer acuerdos, realistas y sostenibles, mutuamente beneficiosos.
Buscamos soluciones que presenten una alta posibilidad de mantenerse en el futuro con el compromiso y responsabilidad compartida.
Para la gestión de conflictos es importante la aceptación de los errores y defectos propios. Empezar por tomar un punto de vista objetivos de las dificultades y amenazas de uno mismo hacia el otro. Viendo nuestra propia armadura podemos comprender las corazas de las otras personas.
El conflicto es una oportunidad de fortalecernos a nivel humano para ello es prioritario liberarnos de ira, resentimiento, angustia, estrés y perdonar a alguien que nos ha hecho daño y o nos ha decepcionado.
Las circunstancias, la relación con la persona y el contexto en el que se ha dado el conflicto influyen en las variables para la gestión de los problemas. Ante una decepción, socialmente se tiende a intentar olvidar o dejar pasar lo ocurrido. Lejos de esto, el perdonar es un acto consciente y maduro de aceptación, de proactividad y de equilibrio que permitirá generar armonía en nosotros mismos y en nuestras relaciones.
Tener la responsabilidad de perdonar es un acto que nos generará una visión más global que nos llevará a una búsqueda de soluciones, no desde la rabia, sino desde la aceptación de lo ocurrido.
Generalmente, relacionamos el acto de perdonar con la otra persona que nos ha fallado o ha cometido errores, aunque a la hora de gestionar conflictos es fundamental darse cuenta que también existe el perdón a uno/a mismo/a. Los pensamientos, palabras y actos que hacemos u omitimos hacia las otras personas son un espejo donde poder mirarnos.
Somos gotas de agua viva dentro de un mismo amar. Por este motivo, para gestionar los conflictos, debemos perdonar nuestros propios errores en la comunicación así como perdonar las ofensas que consideramos de los demás.
Una vez vivimos la serenidad desde el perdón podemos restituir nuestras deudas u ofensas que hemos causado y acordar la forma de ser compensados por los errores o faltas cometidas, aprendiendo del pasado para restablecer vínculos más saludables en nuestro futuro.
