Prevención y mediación resiliente

Antes del inicio de un proceso de mediación, es imprescindible la valoración de si el conflicto es mediable al no existir criterios que la anulen, tales como; incapacidad psicológica o desequilibrio de poder por una violencia manifiesta y que no exista un procedimiento de confrontación acusatoria.

Otros criterios básicos para que un conflicto sea mediable son; que exista predisposición y buena voluntad por ambas partes para la participación y toma de decisiones de manera confidencial y voluntaria.

Del mismo modo se debe aceptar y legitimar, por ambas partes, al mediador del proceso. Así como, que el facilitador considere valida su capacidad de imparcialidad en el proceso de esa mediación.

Los objetivos de las entrevistas de pre-mediación son, recoger información a nivel personal, del problema y de la evolución del conflicto, así como ofrecer información sobre la mediación: objetivos, características del proceso, principios, papel del mediador, papel de las partes y se motiva para la colaboración para obtener el visto bueno para continuar el proceso entrevistando a la otra parte o, en su caso, retomar contacto una vez valorado el caso.

Una vez, realizada esa pre-mediación y valorada positivamente se continua con el proceso caracterizado por cinco fases realizadas en un número no determinado de sesiones de no más de 75 minutos por cada encuentro en el que se procura mantener un clima de confianza.

 

La orientación, guía y facilitación de fases de la mediación requieren unas habilidades en las tareas a desarrollar para MEDIAR con la Motivación de un/a Maestro/a, la Escucha activa de un/a Mago/a, el Dinamismo de un/a Guerreo/a, el Interés de un/a Sanador/a, el Animo de un/a Artista y la Resiliencia de un/a Niño/a.

Fase 1: MOTIVACIÓN DEL MAESTRO/A ANTE LAS NORMAS.
El mediador contextualiza el espacio de la resolución del conflicto acompañando, dirigiendo y desarrollando el proceso de mediación en todo momento, pero fundamentalmente en la primera fase debe fomentar un ambiente constructivo y de confianza al iniciar el encuentro conjunto con las partes implicadas para explicar el valor y los principios de la mediación, aclarar el rol que va a desempeñar no para hacer juicios de valor sino para mediar.

Igualmente establece las reglas básicas de respeto y escucha sin interrupciones, además de la importancia de la cooperación en lo que va a ocurrir durante el proceso. La aclaración de posibles dudas y el lenguaje utilizado debe ser claro a ambas partes y hay que confirmar que se han comprendido los puntos tratados.

Para fomentar climas de responsabilidad, respeto, cooperación y confianza, a lo largo de toda la intervención el mediador es consciente de la importancia de mantener el tono de voz calmado, el contacto visual, la postura y los gestos.

Además de dar énfasis a los aspectos o intereses comunes para resolver situaciones en beneficio de la convivencia.

 

Fase 2: ESCUCHA ACTIVA DEL MAGO/A EN LA BÚSQUEDA DE INFORMACIÓN.
En la segunda fase las partes cobran protagonismo y comienzan a relatar el conflicto. El principal objetivo es dar a cada parte, equitativamente, la atención y la oportunidad de contar su perspectiva de los hechos y su situación actual, dando importancia a que cada parte pueda hablar no solo para identificar los hechos o temas importantes sino también de sus emociones.

Una de las partes explica lo que le hace sentirse ofendido, molesto, resentido, debe usar los mensajes en primera persona, la otra parte escucha sin interrumpir; después se cambian los papeles.

El mediador va tomando nota de los temas más importantes sobre los que posteriormente se negociará. Para el final de esta fase, elaborar un resumen de los puntos principales y una agenda de trabajo con los temas o asuntos a tratar de cada una de las partes, en este proceso pedirá la confirmación de las partes.

 

Fase 3: DINAMISMO DEL GUERRERO/A EN EL INTERCAMBIO DE INTERESES.
En esta tercera fase ya si se invita a ambas partes a que comience un dialogo positivo, directamente una parte con la otra sobre cada tema a tratar. Mediante el intercambio cada uno comprenderá mejor los intereses y necesidades del otro, ya que este diálogo implica explorar, investigar y confrontar las necesidades y emociones de ambas partes. Las partes tienen aquí la posibilidad de responder a lo dicho en la segunda fase y alcanzar una nueva perspectiva de la situación.

El mediador selecciona uno de los temas a tratar para enfocarse paso a paso en cada uno de ellos. Resulta útil comenzar por el tema más sencillo o menos grave. Es necesario que en la conversación no se salte de un tema a otro e ir cerrando contenidos.

El mediador invita a las partes a hablar directamente entre ellas. Pide a una de las partes que hable a la otra sobre uno de los problemas específicos y sobre cómo le afecta.

Ayuda a identificar intereses y no centrarse en las posiciones rígidas. Facilita la empatía mediante el parafraseo, la reformulación y si es apropiado mediante la técnica de invertir los papeles, entre otras técnicas. El mediador resalta y valora cualquier nueva información constructiva para la resolución.

Validar las emociones de las partes es crucial para allanar el camino hacia una

solución. Reconoce los progresos y esfuerzos cooperativos.
Cuando el mediador cree que las partes están preparadas para continuar con la siguiente fase puede hacer un resumen de esta etapa, reconocer el trabajo y esfuerzo que las partes han hecho hasta el momento, preguntarles de qué forma ha cambiado su perspectiva sobre el problema y valorar si consideran oportuno avanzar hacia la discusión de la solución en una siguiente fase.

 

Fase 4: INTERÉS DEL SANADOR/A EN LA BÚSQUEDA DE ALTERNATIVAS Y EVALUACIÓN DE SOLUCIONES.
El objetivo de la cuarta fase es identificar las fortalezas y oportunidades para generar diversas posibles soluciones y evaluar las ventajas e inconvenientes o dificultades de cada una de ellas para ambas partes. Es necesario continuar enfocando la sesión en cada uno de los temas por separado.

El mediador promueve una lluvia de ideas para que hagan sugerencias y no centrarse en una única opción de solución. De este modo, hay que tener paciencia para respetar su ritmo en el proceso y que sientan propias sus iniciativas.

El mediador ayuda a las partes a considerar o evaluar las posibles soluciones, sus ventajas e inconveniente para cada uno de ellos. Puede preguntar a las partes por que consideran adecuada o no una solución, o qué más necesitarían para solucionar el problema.

La elección de la solución más adecuada corresponde a las partes implicadas. El mediador mantiene enfocada la discusión en los puntos de acuerdo para recoger los aspectos que satisfacen los intereses de los protagonistas de este proceso.

 

Fase 5: ÁNIMO DEL ARTISTA EN LA ADAPTACIÓN PARA EL ACUERDO.
En esta fase el mediador centra la atención en los aspectos comunes para la resolución del conflicto con las mejores alternativas negociadas y define en detalle todos los aspectos para construir un acuerdo conciliador. Comprueba que sea equilibrado, realista, que implique a todas las partes y lo más específico posible.

Es necesario detallar cuándo, cómo quién, dónde, cuánto; se establece una negociación sin perdedor y con el Reconocimiento del otro.

La primera parte dice su petición, su Requerimiento, lo que el otro puede hacer para evitar o disminuir el Resentimiento. Se vuelven a cambiar los papeles. Es preciso evitar la reiteración continua de nuevos resentimientos no acompañados de requerimientos o peticiones concretas de actuación.

La primera parte explica que requerimientos de la otra parte estaría dispuesta a asumir sin poner condiciones y viceversa.

Finalmente se redacta el acuerdo completo de forma ordenada y clara, con en lenguaje cercano a ambas partes, el cual firman las partes implicadas junto al mediador, se da una copia del mismo a ambas partes y la original la guarda el mediador.

La sesión concluye reconociendo el trabajo de las partes, reforzando su visión de las ventajas de las soluciones colaborativas, felicitando a los participantes e informándoles de las tareas de seguimiento.

 

Fase 6: RESILIENCIA DEL NIÑO/A EN LA RETROALIMENTACIÓN DEL PROCESO.
El mediador facilita el proceso y de este mismo modo apoya su seguimiento aunque la responsabilidad del compromiso de cumplimiento es de las partes implicadas. Por este motivo, además de la fecha propuesta para el seguimiento a corto plazo, también se deja la puerta abierta para que en cualquier momento se pueda volver a revisar, renegociar o modificar los acuerdos.

En la negociación de la mediación se tienen en cuenta tanto el motivo del conflicto como la relación entre las partes, para facilitar que se pueda tener interacciones pacíficas durante y después del proceso de colaboración.

La Mediación se relaciona con la capacidad de DAR para poder recibir y para ello es necesario mantener una actitud generosa en el desarrollo de Diálogos Apreciativos Resilientes, con respecto a:

DESCUBRIR LO MEJOR:
Convertir las capacidades personales en nuevas habilidades sociales para la resolución pacífica de conflictos, aprendiendo a encauzar los pensamientos y las emociones positivamente en función de las prioridades según las necesidades e intereses.
Además de prevenir futuras adversidades con estrategias constructivas y encontrar el valor positivo del conflicto, tomándolo como una oportunidad de cambiar a mejor.

DINAMIZAR CON OPTIMISMO:
La mediación se vuelve resiliente cuando se afronta los conflictos sin escapar de ellos en un ambiente en el que se conozca y se potencie las fortalezas internas visualizando lo positivo para el cambio hacia el bienestar común.

DISEÑAR ACCIONES IDEALES:
Hacer hincapié en la autoestima y en el poder de decisión de cada persona conscientes que los verdaderos protagonistas del conflicto son quienes lo van a resolver, y de este modo, actuar activamente en el análisis de posibles soluciones.
La Mediación Resiliente potencia mirar adentro de uno/a mismo/a con la confianza de encontrar la respuesta honesta acorde a la situación y reconocer los propios errores para poder reconocer al otro poniéndose en su lugar.

DEFINIR Y CONCRETAR OBJETIVOS:
Impulsar la capacidad de sobreponerse a la adversidad y construir sobre ella. El mediador refuerza los puntos en común y promueve transformar las desavenencias para dar la estabilidad que mantenga buenos resultados con vista al futuro.

DECLARAR EXPRESIONES AFIRMATIVAS Y ACUERDOS:
Fomentar interrelación mejorando el sistema de comunicación interpersonal, para un fortalecimiento de los vínculos sociales, con buen estado de animo y creatividad que generen los compromisos constructivos de participación cívica ciudadana.

DISFRUTAR DEL PROCESO:
Mirar al futuro desde una perspectiva positiva y de superación, reorientando las pautas de comportamiento con rumbo a la sinergia comunitaria y la cultura de paz.

Los diferentes contextos y tipos de mediación hacen necesaria la flexibilidad y enriquecimiento de diversas metodologías y modelos de abordaje mixtos pero con una estructura firme y clara en los pasos de la mediación.

El desarrollo de la práctica de mediación va tomando diversas modelos u orientaciones, complementándose entre ellas, más allá de las pautas normativas, de autoridad directiva.

– El Modelo Lineal o Tradicional de Harvard, considera a la comunicación en un sentido lineal, donde dos personas se comunican y cada una expresa su contenido, mientras la otra parte escucha y la persona mediadora se convierte de forma imparcial en facilitadora de la comunicación de hechos y sentimientos.

No son importantes ni el contexto para comprender el conflicto, ni las relaciones interpersonales, ni las percepciones del pasado sino lograr el acuerdo, disminuir las diferencias entre las partes, aumentando las semejanzas y poner énfasis en temas abiertos para buscar soluciones prácticas.

Parte de un deseo mutuo de llegar a un acuerdo, al ser capaz de pensar y actuar racionalmente para negociar de forma clara acerca de los temas que necesitan acordar y reconocer cual debería ser un resultado aceptable para los protagonistas de la resolución del conflicto.

La mediación basada en la negociación consiste en una serie de etapas para separar la persona del problema, poner acento en los intereses sobre las posiciones y crear opciones de beneficio mutuo. De este modo, es útil para:

Manifestar el problema; los participantes explican el conflicto y sus posiciones ante el mismo.

Entender las causas personales y sociales; buscando datos y compartiendo distintos puntos de vista.

Decidir las prioridades a mejorar; partiendo de las necesidades y los deseos en el presente y de cara al futuro.

Involucrar a las partes implicadas; estableciendo las mejores opciones de forma positiva en función de las necesidades.

Acompañar el proceso de negociación; se acuerdan resultados mutuamente aceptables buscando las coincidencias entre las partes para satisfacer necesidades y llegar a un consenso.

Reestructurar del desequilibrio al orden; con la mirada puesta en el futuro para resolver el conflicto y buscar soluciones con ganancias conjuntas.

 

– El modelo de Mediación Transformadora de la realidad, utilizado por R. Bush y J. Folger, para describir una forma de mediación que esencialmente es no directiva, y que no tiene especial interés en el acuerdo, sino que destaca como prioritario la comunicación y lo relacional potenciando el protagonismo de las partes haciéndoles cargo y responsables de sus acciones, Siendo sus metas orientadas al futuro, facilita que las personas aumenten sus habilidades para mejorar su situación personal y la convivencia comunitaria cotidiana.

Se busca que se reconozca tanto los puntos de vista como la corresponsabilidad del otro como parte de la relación en el conflicto. Siendo el conflicto una oportunidad para que las partes sean capaces de reconocerse y mostrarse mutuamente sensibles a las situaciones y cualidades humanas comunes.

La persona mediadora busca ayudarles a desarrollar una mayor empatía comprensiva así como un mayor conocimiento de las necesidades de cada uno, potenciando su propio protagonismo, pero a su vez haciéndoles cargo y responsables de sus acciones.

Este modelo considera el conflicto como una oportunidad de mejora a través del reconocimiento mutuo y del empoderamiento personal orientado hacia el futuro.

Busca transformar las relaciones, promoviendo la Revalorización personal, y para ello es necesario recuperar la calma, la claridad, la confianza, la capacidad organizativa y el poder de decisión. Es fundamental recobrar la fortaleza de asumir el control ante las circunstancias adversas con un darse cuenta de las capacidad de protagonismo y responsabilidad para resolver las propias dificultades, comprendiendo más claramente cuál es la situación, cuáles son los intereses y decidir si quiere mediar o llegar a un acuerdo.

Una persona otorga el Reconocimiento, cuando puede generar empatía, es decir, comprender la situación del otro y encontrar sus cualidades humanas que pueden coincidir con las propias. En el reconocimiento está implícita la sensibilidad de preocuparse por la situación del otro y cambiar la interpretación de lo que el otro dice para lograr para Reinterpretar las conductas en la interacción personal y social.

 

– El Modelo Circular-Narrativo de Sara Cobb, en donde la comunicación es entendida como un todo sistémico en el que las partes participan a través del lenguaje verbal y gestual; para este modelo no hay sólo una causa, sino una causalidad de tipo circular que permanentemente se retroalimenta, permitiendo que se manifiesten las diferencias. De este modo, se pretende modificar las relaciones interpersonales para obtener el acuerdo en beneficio mutuo.

Consiste en construir una historia alternativa y nuevos contextos que permitan ver la situación conflictiva y el problema desde otras historias o situaciones alternativas. De este modo, fomenta la reflexión, cambiando otros puntos de vista y el significado de la propia historia para lograr un acuerdo, puesto que; propicia una oportunidad a la creación de una nueva narrativa, con connotaciones positivas para redefinir el conflicto constructivamente.

Del enfoque sistémico, el modelo circular narrativo aplica técnicas de reformulación, redefinición, parafraseo con síntesis, connotación positiva y preguntas circulares, del mismo modo; de la teoría de la comunicación pone énfasis en la noción de contexto, es decir en cómo se dice y no tanto en qué se dice.

Este modelo está basado en la “causalidad circular” que sostiene que los conflictos son productos de múltiples causas: así los conflictos se retroalimentan permanentemente. La comunicación también es entendida de forma circular, dando acento en modificar las historias personales que las partes traen a la mediación y transformarlas en una historia alternativa que facilite el cambio.

Nutriéndonos de los modelos anteriormente mencionados, proponemos la Mediación RESILIENTE como una mediación centrada en la condición humana que permite a las personas sobreponerse a las adversidades, construir sobre ellas y proyectarse en el futuro. De este modo, aunque se busca llegar a un acuerdo, principalmente se pretende dar un sentido al conflicto como medio de desarrollo personal y comunitario como parte natural de la vida.

 

  • La Mediación Resiliente es un proceso de comunica-acción que favorece en los protagonistas del conflicto la habilidad social de solución de problemas, actuando positiva y activamente frente a ellos, promoviendo fortalecer los vínculos, impulsando la capacidad de los seres humanos para sobreponerse a la adversidad y además construir sobre ella. Para ello, hay que tomar conciencia de:

El Intelecto y la Convicción del Maestro/a; para ser consciente, saber posicionarse y encontrar el valor positivo del conflicto que motiva al deseo personal de bienestar y la reconexión con los valores personales en compromiso con las pautas de comportamiento sociales.

De este modo, aumentar el pensamiento crítico constructivo que ofrece resistencia a la injusticia y a la opresión aprendiendo de ella para transformarla.

El control de los Impulsos y la Complementariedad del Mago/a; para tener capacidades y saber estirarse superando la resistencia al cambio, es decir; poder incitar a la transformación las creencias fatalistas por una esperanza realista para hacerse cargo de los problemas y ejercer el control sobre ellos con independencia y autonomía al decidir la solución más adecuada.

Las Acciones y la Colaboración del Guerrero/a; para poder comprometerse con pasión y saber estar en la realidad sacudiéndose lo negativo al pasar a la acción constructiva y responsable.

De este modo, aumenta la autopercepción y autoestima realista sobre las fortalezas y debilidades sobre la capacidad de apreciar y validar lo que podemos hacer con valía personal.

Las Emociones y la Compenetración del Sanador/a; para estar atento y abrirse a aquellos atributos individuales o factores protectores que nos permiten modificar, mejorar o alterar las respuestas frente a diversas situaciones conflictivas.

La capacidad de introspección es uno de los factores protectores que dan respuesta a los conflictos si se suma a la capacidad de interacción y fortalecimiento de vínculos sociales con entendimiento y escucha mutua.

La Energía y Creatividad del Artista; para querer reconstruir una nueva realidad más armónica y acorde a los deseos. De este modo, el ingenio crea un espacio para encontrar la solución más acertada entre múltiples opciones.

Las normas de Juego y la Cooperación del Niño/a; para vivir pleno con todos los sentidos, teniendo muy en cuenta el sentido del Humor, la disposición del espíritu a la alegría y la capacidad de reírnos de nuestros propios conflictos para relativizar, desdramatizar situaciones difíciles convirtiéndolas en más soportables y elaborar el conflicto de un modo lúdico y positivo.

De este modo, vivenciar los fracasos en continua retroalimentación con el humor como una caricia ante una situación adversa y un grito de alivio que facilita la distensión.

En la gestión positiva del conflicto se pueden incluir herramientas comunicativas para poner en práctica o promover las siguientes estrategias y actitudes:

 

– La pregunta abierta y la estrategia evocativa a la creatividad en la participación en una comunicación positiva para dar libertad de respuesta a sus receptores, inspirándoles a reflexionar sobre aspectos importantes para compartir la responsabilidad acerca de la relación o del conflicto con la persona cuestionada, además de empoderar a los protagonistas para realizar sus propias aportaciones al tratamiento y gestión del mismo.

– La escucha activa, no solo en las palabras oídas, sino también en la comunicación no verbal de lo que dicho con el cuerpo y con la voz, y poniendo toda la atención para escuchar lo que es susurrado por el corazón. De este modo, se puede tener el tacto de asegurar al interlocutor que se ha recogido y entendido su mensaje y animar a saborear el buen gusto de emitir nuevos mensajes constructivos en una relación de cordialidad.

– La paráfrasis positivadora, repitiendo en palabras propias las principales ideas o pensamientos del otro. También se puede hacer una interpretación o reformulación de forma positiva de los sentimientos, emociones y perspectivas de las partes o del interlocutor cuando éstas han sido expresadas con agresividad y negatividad, para prevenir la escalada negativa en un momento de crisis o bloqueo. Sirve para calmar al proceso de mediación al dar constancia al punto de vista sin necesidad de reiterarlo. Es así como se puede concentrar la energía en otro punto de vista más constructivo.

Se debe mantener fidelidad con la esencia del mensaje original, para no dar pie a reiterar, rebatir o contradecir la última afirmación del interlocutor, constatando que ha quedado clara su opinión.

 

– El resumen positivador como síntesis de la comunicación intensa. El mediador o el interlocutor pueden aprovechar pausas naturales, si es posible, o incluso llegar a interrumpir si es necesario, con el fin de agrupar y ordenar la información de los aspectos más importantes tratados hasta ese momento, puesto que la acumulación de información no meditada puede fomentar las divergencias perceptivas entre las partes. Igualmente es positivo terminar el resumen con una pregunta enfocada a la aclaración y resolución de las divergencias, devolviendo la responsabilidad a ambas partes.

– La reformulación positivadora como un recordatorio de la empresa común que les ocupa y una invitación para proseguir con la comunicación positiva. Lo que interesa en la mayoría de los casos es que las personas desarrollen sus propias reglas de respeto y colaboración para que puedan utilizarlas en la comunicación.

– Humanizar y ponerse en el lugar del otro con la propia actitud en la comunica-acción y con expresiones que demuestren que se le está entendiendo y con preguntas del tipo: cómo crees que se ha sentido el otro, cambiando un punto de vista como oponente o adversario que quiere mantenerse en unas determinadas posiciones y transformarlo en una visión de igual a igual con puntos comunes en las necesidades e intereses.

Es importante fomentar elementos conectores y mensajes que integren a ambas partes en un “nosotros” en lugar de un “tú versus yo”.

– Hay que tener en cuenta en función del contexto, el código cultural y el tipo de relación diversos aspectos de expresión psico-corporales, tales como: la postura corporal; la distancia de cortesía; el tono muscular; los movimientos corporales; la expresión facial y la calidad de voz en el volumen, tono, inflexión, ritmo…

 

Las Técnicas Activas Psicodramáticas son muy útiles de cara a la mediación, tanto en conflictos grupales como interpersonales. Deben ser desarrolladas con sensibilidad, amoldándose a los contextos y situaciones que se considere oportuno utilizarlas. Se debe aclarar que se abre un espacio protegido con el respeto y con el consentimiento de los protagonistas.

Es muy importante que los participantes estén predispuestos y caldeados, con emergentes propios del proceso de la mediación, para que en el desarrollo de estas técnicas vuelquen contenidos que posteriormente se comentaran en una etapa de procesamiento.

Del amplio campo de la intervención psicodramática, para fomentar la espontaneidad, nuevas conductas y modos de vinculación, cabe destacar las siguientes formas de utilizar las Técnicas Psicodramáticas en los procesos de mediación:

– Intercambio o inversión de roles: Para conflictos entre dos personas, cada una actuará durante un tiempo representando el comportamiento del otro, para pasar del estoy en mi lugar al me pongo en tu lugar desde el punto de vista de tus sentimientos y experiencias. Se procurará que en este intercambio no haya interrupciones ni paradas para dejar fluir de las posiciones que les separan hacia los intereses que les acercan.

– Esculturas o imágenes: Utilizando el cuerpo se muestra contenidos personales difíciles de exponer y liberar verbalmente. La palabra sólo aparece para aclarar mensajes que con la expresión gestual y corporal han tomado forma. De este modo, se puede ir poco a poco de una imagen a otra evolucionando en el proceso de comunica-acción.

– Soliloquio: Esta técnica debe ser utilizada en un contexto de dramatización psicodramática, fuera del diálogo general de la mediación. Sirve para expresar lo que se piensa o siente en ese momento concreto. Por ejemplo, si se observa que un participante tiene un puño cerrado, o si le está temblando una pierna, el mediador le podría pedir se puede hablar de los contenidos que se están abordando pero como si se expresase esa parte de su cuerpo para cerciorarse de si su comportamiento es aceptado internamente.

– Espejo: La sutileza y al mismo tiempo la potencia de las técnicas psicodramáticas requieren que el mediador este muy seguro de su correcta utilización y si es pertinente realizarlas. Esta técnica se fundamenta en ocupar el lugar del otro para que observe su postura y así pueda reconocerse a si mismo a través del otro. Es útil al reflejar e indagar sobre los sentimientos que han afectado a la persona.

– Doble: Consiste en adoptar la postura, tensión corporal y expresión facial estando al lado o poniendo las manos en los hombros de la persona que en ese momento tiene el foco dramático, para expresar lo que se percibe que no manifiesta ese protagonista para intentar completar el modo de relación. Hay que tener mucho cuidado de no aportar elementos propios al expresar lo que el otro no hizo por inhibición, bloqueo, temor o desconocimiento.

– Objetos Intermediarios e intraintermediarios: Su utilización sirve, por un lado, para restablecer la comunicación del mediador con una de las partes y por otro, para facilitar la expresión y la creatividad de cualquiera de los/as mediados/as al “relajar el campo tenso”, respectivamente. Se pueden utilizar como portadores de un rol, así como; para aportar lenguaje simbólico alternativo al visual y al gestual; como una prolongación, refuerzo o extensión de la persona y sus habilidades; además, de facilitar la aparición y evidencia de aspectos ocultos en los sistemas vinculares.

Objetos Intermediarios e intraintermediarios típicos en psicodrama son los títeres, mascaras, telas, cuerdas, música, papeles, bolsas, pinturas, plastilina, cojines, etc.

– Complementariedad de roles: Es una técnica que sirve para aportar lo que falta en la relación y facilitar el desarrollo de un rol o vinculo determinado. A través de la misma se pretende tomar conciencia de las diferencias entre las versiones contradictorias de confrontación y competitividad ante las versiones complementarias de colaboración ante la negociación.

– Multiplicación dramática: Es la puesta en acción sucesiva de una misma situación por partes de las distintas personas presentes que aportan su perspectiva personal sumando múltiples puntos de vista. Se puede realizar para expresar diversas soluciones o aportar riqueza en el intercambio de puntos de vista ante una misma situación.

– Role-playing pedagógico: Es un juego de roles activo de aprendizaje significativo de nuevas vinculaciones ante situaciones reales, deseadas, temidas, etc. Se utiliza para perfeccionar un rol defectuoso; para cambiar un rol inadecuado; o bien para crear un rol ausente, mediante el juego de “aciertos y fallos” en progresiva dificultad hasta la satisfacción.

– Escenas intermediarias: Consiste en detener una escena central significativa, a partir de la cual se pasa a construir las previas y las posteriores. Su objetivo es sintetizar el conflicto o el relato a partir de una escena estática y, además, poder obtener una secuencia de imágenes que permitan comprender la historia del conflicto y sus perspectivas. Si es necesario se puede añadir más escenas anteriores y posteriores. Después se pasa a repetir la historia cronológicamente, al tiempo que el protagonista hace un relato verbal de las mismas.

– Concretizadores: Se trata de evidenciar los contenidos condensados en las palabras o expresiones verbales con las que se expresan, situaciones y estados de ánimo. De este modo mediante la dramatización concreta de las mismas, las palabras adquieren una nueva dimensión, accediendo no sólo a los contenidos sino a la dinámica latente que existe tras la forma verbal.

– Técnicas corporales proxémicas: Son procedimientos en los que interviene la distancia próxima y la posición de los cuerpos en la comunicación natural. De este modo, se evidencian las repercusiones que producen en las relaciones y en las vivencias personales.

La mediación implica tomar conciencia de los problemas sociales definiéndolos y recabando información de los mismos, con perseverancia en el ánimo de la participación activa, no sólo para resolver conflictos sino también para prevenir futuras adversidades.

La mediación comunitaria requiere un PLAN de actuación para:

Planificar prioridades de acción compartida o colectiva para obtener las mejores alternativas a los acuerdos negociados.

Lograr la lucidez en la formulación de objetivos y en el reconocimiento de las fortalezas y oportunidades de mejora de la propia comunidad.

Ajustar y aumentar las acciones en relación a las necesidades del constante cambio social y de los diversos puntos de vista de sus integrantes, para generar soluciones con implicación comunitaria.

Narrar con naturalidad los acontecimientos exponiéndolos de forma sencilla y enfatizando en lo positivo durante todo el proceso de implementación en continua evaluación.

 

De este modo, la planificación de procesos de mediación en la comunidad, deshace nudos para tejer redes de participación ciudadana generando creatividad social proyectándose al futuro, reconociendo y aprendiendo del pasado.