


La gestión del cambio consiste en la toma de decisiones interconectadas entre sí que nos permitirán dejar una situación actual que no deseamos para llegar a otra que es más adecuada para nosotros y nuestros objetivos a corto, medio y largo plazo.
Gestionar el cambio consiste en analizar lo que necesitamos cambiar para poder realizar una planificación estratégica que nos indique el camino a seguir.
La gestión del cambio es continua e incesante para eso los equipos de trabajo que van a impulsar el cambio deben ser organizados desde un primer momento desde un enfoque de prevención de conflictos y de resiliencia emocional y comunitaria.
Los cambios han de ir siempre dirigidos en concordancia con los valores personales y un ambiente en el cual se aprovechen las oportunidades, se estimulen las contribuciones individuales y se animar a los equipos a ser creativos e innovar.
En la gestión del cambio creativo sembramos palabras y planteamos encuentros con bloques temáticos para reconectarse con las ARTES de la excelencia personal y colectiva con los cuales poder aportar el entendimiento y los recursos necesarios para reconocer y abordar los conflictos, patrones, miedos o bloqueos que se plantean en los distintos ámbitos de la vida cotidiana.
Los encuentros, a modo de talleres creativos, prácticos y vivénciales, se desarrollan en un clima relajado, sincero y respetuoso con las necesidades e inquietudes de cada participante.
Tenemos el ánimo de avanzar desde el propio conocimiento personal para llevarlo hacia fuera en las relaciones personales e institucionales. De esta manera, se vivencia un Proceso de Acción para el crecimiento de abajo a arriba; mediante la introspección y la implicación personal hacia la exteriorización e interacción desde lo individual hacia lo social.
La metodología prospectiva requiere las tres etapas de:
– Conocer los futuros posibles a partir de la información diversa y dispersa que proviene de múltiples fuentes.
– Diseñar o elaboración de modelos de la realidad ante la cual habrán de tomarse las decisiones, y a la identificación razonada y consensuada del mejor de los futuros posibles.
– Construir un puente desde el presente hacia ese mundo mejor o ideal.
Partiendo de “futurible” se evalúa su pertinencia, se comprometen los actores sociales y se cumplen los compromisos establecidos, dando seguimiento y adecuación permanentes de este proceso.
Este proceso se desarrolla siguiendo una doble dinámica: de una reflexión compartida y ampliamente participativa (conocer las necesidades y los deseos sociales) a una reflexión estratégica (diseñar/interpretar el futuro deseable y posible), que vuelve interactivamente a una reflexión compartida al pasar al campo de la acción (la construcción de un futuro aceptado por todos/as).
Explorar el futuro requiere un nivel alto de imaginación, acción, espontaneidad y creatividad, es decir; en un ambiente “artístico” y distendido para facilitar tormentas de ideas con la máxima libertad y flexibilidad emocional, sin olvidar la expresión y flexión corporal que facilite la mayor frescura y reflexión posible.
La creatividad y expresión espontánea son una forma de relajar tensiones para permitir la auto-organización de todo tipo de personas de cualquier organización, poner en marcha reuniones, encuentros y eventos participativos o actividades de acción comunitaria, formación, talleres, trabajo en equipo, etc.
El trabajo artístico de facilitar contextos responsables de encuentros abiertos al desarrollo personal y colectivo parece que carece de estructura al estar predispuesto a la improvisación, pero realmente está muy estructurado, ajustándose a las personas y al trabajo a realizar de tal modo que dicha estructura pase desapercibida.
Todo proceso requiere un aprendizaje significativo que con el paso del tiempo aumentará la creatividad y capacidad de autonomía y autogestión de grupos en donde los temas serán dinamizados por los participantes más cualificados, no con afán de protagonismo sino con espíritu de logro compartido, conscientes que éste es el único camino para generar compromisos compartidos sin falsas expectativas.
De este modo, se debe ayuda a los participantes de acciones sociales a clarificar el motivo del encuentro, explorar las necesidades y las potencialidades y oportunidades de auto-organización.
Los procesos de participación activa de expresión creativa fomentan un tipo de ciudadanía que tiene un mayor interés por informarse acerca de los asuntos sociales, pero fundamentalmente incide en valores tales como; la cooperación, el respeto, la esperanza y la alegría que refuerza los vínculos comunitarios entre los seres humanos, y favorece la integración intercultural.
