PsicoDanza de la Interioridad

Arte  natural  de  las  personas  a emocionarse  con  sensibilidad ante  la  belleza  de  los  valores  como  el  amor,  la ternura,  la compasión  y  la  solidaridad.

DANZA CONTEMPLATIVA
Todas las culturas han desarrollado movimientos circulares que se realizaban y compartían en grupo para la cohesión de la comunidad y para religarse con lo transcendental.

En la Danza Devocional la mayoría de las danzas son en círculo. La danza en grupo recuerda que no hemos venido a este mundo para ser indiferentes a la realidad de nuestros hermanos/as sino a ser unidos, religados apoyándonos y cuidándonos unos a otros.
En el giro sufí se mantiene la mirada en el corazón. Es ahí donde da igual arriba y abajo. En el corazón se une cielo y tierra; el Ser y el humano.
La puerta esencial es la coherencia entre cuerpo, emoción y pensamiento. La llave maestra es la quietud, encontrado el giro en el corazón. Ahora bien, si te gusta danzar es genial girar y aprender a galopar la mente.
La danza sufí, más allá de la técnica, es recordar el arte de girar por gozo, por el deleite de brillar en eso en lo cual vibras alto.
El giro facilita la sincronización hemisférica cerebral.
En la tradición del sufismo se gira en contra de las agujas del reloj, en el camino del no tiempo hacia el corazón.
Puedes danzar en sentido horario. Si tienes sensibilidad verás que es muy diferente.
Experimenta a girar, en kairos, hacia la izquierda y prueba a girar, en Kronos, hacia la derecha.
Hacia la izquierda transformas imaginando que el pasado fue mejor, hacia la derecha transformas imaginando que el futuro será mejor y mejor.
En realidad da igual la dirección sí tienes la certeza que todo gira hacia el eterno ahora.
La imaginación es poder ser y hacer brillar tu divinidad.
La danza interna es la quietud en el corazón como unión presente en lo sagrado en ti y en todo.

LA MÍSTICA DANZA CIRCULAR del sufismo.

El misticismo es el conocimiento verdadero, que no es más que la experiencia viva de la Divinidad.
Todo el mundo puede danzar y hacer un silencio en su interior para encontrarse con Aquel que le ha creado, que le ama. O al menos, empezar un proceso que le lleve poco a poco a ese encuentro. El objetivo es gozar de la danza en oración, es moverse para encontrar la quietud, el silencio y la armonía.

 

Todas las culturas han utilizado la danza como medio de comunicación con aquello que trasciende al ser humano. Cada cultura lo hace a su modo, de una manera más reverente o una forma más desenfrenada o eufórica.

Miles de años atrás los iniciados en el plano espiritual ya giraban sobre sí mismos en sus rituales sanadores, y todavía lo hacen en muchas culturas del mundo.

En la danza mística, el carácter repetitivo de algunos movimientos puede generar estados de trance, donde el alma se libera de preocupaciones y el espíritu se expande manteniendo las raíces fuertes y sostenidas en la Tierra.

 

Hace más de ocho siglos nació la ceremonia de escucha conocida como “Sema” fue una mezcla de inspiración de los místicos hindúes, que exploraban formas de meditación por medio de la respiración y movimientos repetitivos del cuerpo, y los sufís turcos que exploraban la danza circular como ritual que genera un estado de hipnotismo tanto para el que realiza los movimientos cíclicos como para el que la observa con atención plena.

La ceremonia de “Sema” se popularizó tras la muerte del erudito poeta y místico Yalal ad-Din Muhammad Balkhi más conocido por su nombre turco Mevlanâ Celaleddin Rumi (1207-1273). Tras su muerte, sus seguidores fundaron el camino u orden espiritual “tariqa” de la cofradía sufí “Mevleví·, cuyos integrantes son conocidos como los/as “Derviches Giróvagos” (“Derviches” en idioma persa y turco y “Murīd” en árabe).

La Técnica de Giro Sufí florece y se extiende en la orden ascética dentro del camino místico del Islam. Está vinculada a la purificación del corazón, para convertirlo en digno asiento de la Presencia de Dios.

En las prácticas del Sufismo (“Tasawwuf”) se hace hincapié en las prácticas como la plegaria y recuerdo de los atributos de Dios, la limosna, el ayuno, la orientación de un/a guía espiritual, la solidaridad, entre otros de vida en comunidad. Cabe destacar que en tales actos exista una intención de sinceridad absoluta que se corresponda con un trabajo interior de atención al corazón, de entrega a Dios, de alegría, de presencia que conduzca a estados interiores de progresiva purificación del alma y de conocimiento de la realidad divina.

 

La denominación de “Derviche” es empleada a los/las devotos/as que llaman a las puertas pidiendo misericordia y caminan a los puentes de mediación para la unión del ser humano con Dios, mediante la elevación del alma a estados más elevados de conciencia”.

Un/a “Derviche” es pobre de espíritu con temperamento ascético, que busca purificar el espíritu por medio de la abstinencia y desapego de los placeres y bienes mundanos, con conductas morales para el ejercicio de la virtud y la oración incesante para guardar el tesoro que mora en su corazón.

Pretender ser un/a “Derviche” es la actitud de peregrinar estando en el mundo sin ser del mundo, es decir; sostener la pureza del ser interior sin ser sacado de su centro o armonía, salvaguardando su corazón de la corrupción y contaminación del mundo externo. Esto implica ser una persona plena integrada en la sociedad, con la disciplina que produzca la armonía interior y por medio del ejemplo intentar superar su vanidad personal y arrogancia.

Los/as “Derviches” con digna humildad e intención pura se empeñan en el encuentro con el amor divino y la unión con el amado. Para ello emplean la disciplina en sus prácticas como pueden ser la recitación de una determinada letanía y la audición de textos sagrados de temática espiritual. Se dice que para ellos el “Sema” es la cura y el alimento del alma.

En el sufismo la danza espiritual “Hadra” es un tipo de danza ritual en movimiento circular, con respiración profunda y rítmica.
El Giro del Derviche representa la entrega total, es un morir a la vida mundana. Tradicional y simbólicamente el/la “Derviche” viste con su humilde mortaja blanca de lana, cubierto con un manto negro que sería su sepultura, y un gorro cilíndrico también de lana, que representaría la piedra sepulcral que aplasta su egocentrismo. El giro, sería pues, la resurrección, o la búsqueda del el encuentro y unión con Él.

La ceremonia de la “Sema” se inicia con un canto de noble elogio al linaje sagrado de maestros quienes representan el divino amor. Después a toque de tambor se simboliza el llamado al encuentro, a conocerse más. A continuación cuando se interpreta una bella melodía con la flauta de caña simboliza el Santo Aliento Divino que da vida a todo lo que existe. Cuando los/as “Derviches” se quitan la capa negra que llevan puesta se simboliza la elevación de un plano mundano a un espacio donde dejan sus preocupaciones y las peculiaridades de su personalidad para ponerse a disposición de la ceremonia. Con sus brazos, todavía cruzados, dan fe de la unidad, muestran respeto al linaje de maestros y muestran sumisión en la entrega y servicio a la comunidad.

Cuando los/as “Derviches” empiezan a girar evidencia la actitud del ser humano hacia el servicio desinteresado. Gradualmente en la ceremonia se va vivenciando el asombro del ser humano ante el poder de lo divino y acontece la transformación de los sentimientos mundanos con la rendición de la mente al asombro por lo inconmensurable.

El/la “Derviche” representa la entrega al ser amado para, como se dice metafóricamente, morir antes de morir para fundirse en la infinitud. Es decir, la unión con lo sagrado mediante el elevado nivel de servicio a la comunidad.

La ceremonia de la “Sema” es la escucha del misterio, es la audición de la belleza cuando el humano domina el poder de su voluntad. Por este motivo la culminación del ritual es el incesante recuerdo del retorno al servicio a la comunidad con un estado de alegría y certeza de conocer la mejor forma de evolucionar.

Más allá de la poesía de la simbología del giro sufí el propósito de la ceremonia es recordar las razones de la creación y de los mandamientos divinos. El/la “Derviche” se somete a la disciplina del servicio desinteresado a los demás para conquistar su vanidad y doblegar su ego y de esta forma gozar de un estado de conciencia más elevado cada día.

La recitación de textos sagrados indican los pasos del camino del peregrino, humilde y pobre de espíritu que gira al encuentro con la verdad, porque en cualquier dirección que inclines tu rostro ahí mora la sabiduría del Eterno Amor.

 

La ceremonia de la “Sema” es una constante oración por todas las almas. Es un ritual con música, poesía del cuerpo en movimiento, lectura de textos sagrados y recuerdo de los atributos de excelencia que marcan un sendero, hacia el silencio interior, a la conversión hacia el corazón. La danza de la “Sema” imita el movimiento del universo, pues consiste en girar en relación a un centro, en la dirección del corazón, centro de nuestro ser.

En las danzas giradoras, los/as “Derviches” giradores/as comienzan a dar vueltas sobre el pie izquierdo en una serie de movimientos de torsión cortos, utilizando el pie derecho para hacer girar sus cuerpos alrededor del izquierdo. El cuerpo guiado por la cabeza e impulsado por el pecho genera un movimiento fluido. El/la girador/a permanece con los ojos abiertos sin focalizar en nada, de modo que aunque las imágenes sean borrosas se mantenga la presencia en el espacio en relación a otros/as compañeros/as.

El/la “Derviche” es la figura que nos recuerda la importancia de girar al corazón, agradeciendo las bendiciones “Baraka” recibidas del Cielo (con la mano derecha hacia arriba) para ofrendar a la Tierra (con la mano izquierda hacia abajo) y distribuir los dones espirituales en la conjunción entre el humano y su divinidad.
Con el propio giro se estableciendo un círculo que simboliza la circulación entre el recibir y el dar, esta relación circular es uno de los principios de la salud del alma. Otro de los símbolos del giro es que miremos donde miremos en todo el universo solo veremos la creación y los atributos de la misericordia, que en los humanos se reflejan fundamentalmente en dar como una tormenta y en la indulgencia para florecer nuevos en cada respiración.

Los/as “Derviches” elaboraron una danza de continuos giros circulares como pretexto para colaborar en el arte de vivir con entusiasmo, enamorado, del Amor, la técnica del giro sufí no tiene más misterio que recordar la sabiduría y el entendimiento que nos hace amarnos entre nosotros/as. Una vez que el cuerpo ha integrado la técnica del Giro Sufí la mente se relaja dejando que el alma pueda recordar el camino a casa. La conversión, girando al corazón, es la puerta angosta que se abre por dentro. La llave se gira en íntima relación con el deseo de la excelencia. El secreto del Giro Sufí mora en el silencio en contemplación al Amante y al Amado que mora con todos/as nosotros/as.

Después de la meditación activa con el ejercicio de giro, es necesario que el/la girador/a permanezca en quietud y silencio y deje reposar la energía para la comprensión de lo sucedido y la toma de tierra con la cotidianeidad, la alegría, el compañerismo, la cortesía, la generosidad y todas esos trocitos de pan en el camino del encuentro con el Amor en Todo.

La meditación y contemplación en la escucha de la Divinidad es para entregarse a sus designios y conocerle más y más cada día. Es importante mantener un propósito, una intención o plan para que los pensamientos de las Buenas Nuevas se manifiesten en proyectos que se puedan ir desarrollando con objetivos claros y sencillos. Recuerda el gran mandamiento de amar con todo tu corazón facilitando la adhesión del alma con la sabiduría, el entendimiento, la belleza, la perseverancia , la humildad, la conectividad del mundo de los pensamientos y emociones con las acciones que se manifiesta amando al próximo como a uno/a mismo/a, porque si el amor inconmensurable se encuentra en cada uno de nosotros/as no podemos pretender amar de forma limitada sino, girar al corazón, convertirnos en eso que amamos con sinceridad cuando lo abrazamos en todos/as y todo lo que nos rodea. Ese es el propósito de la Danza de la Unidad, que no haya diferencias entre todos/as nosotros/as. La Danza de la Unidad es dar y recibir la Gloria del Amor Verdadero. Es abrazarse en el amado con alabanza, agradecimiento y con la energía disponible para ayudar siempre a los/as demás.

Todo el universo gira. Podemos levantar la mirada y contemplar las galaxias, o nuestro sistema solar, o podemos ir a lo más minúsculo, como los electrones y protones en los átomos, e incluso observar el movimiento helicoidal de las estructuras del ADN… todo gira.

La condición fundamental de la existencia es este girar saliendo de la rueda del tiempo y danzando en el círculo del amor.

La ceremonia de la “Sema” actúa de espejo donde uno/a se ve a sí mismo/a desde la distancia meditativa, cosa que permite la transformación e integración de aspectos difíciles de nosotros/as mismos/as.

Los sufíes hablan de la unión con el Amado, y toda su práctica se enfoca a este objetivo. Para ello se ayudan de la enseñanza para aprender la ética, los códigos de buenos modales, el comportamiento solidario y la práctica de la oración continua en un incesante encuentro y mayor conocimiento los misterios ocultos más allá de las leyes universales de causa y efecto a través de todas las relaciones y en todo.

 

Es coherente restablecer el carácter espiritual e íntimo original de la “Sema”. Sin embargo el mero desempeño de la práctica como disfrute de la belleza del ritual ha privado a las representaciones de una parte de su significado de religarse con lo sagrado en las acciones de la vida cotidiana.

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La transmisión de las enseñanzas en relación al Giro Sufí ha ido evolucionando desde a un acto comunitario, de sutileza y profundidad en la tradición de devoción y espiritualidad, para dar paso a la belleza del giro con música y una puesta en escena estética y poética. Hoy día, muchas ceremonias ya no son representadas en su contexto tradicional aunque nunca se debe perder el compromiso con la comunidad que representa girar para un mundo mejor.

La sutileza de la enseñanza del Giro Sufí no se centra en los movimientos sino en la quietud y reposo del alma que contiene todos los demás movimientos. Por tanto; la contemplación es más importancia que el propio movimiento. El Giro Sufí es un impulso hacia las acciones que giran en torno al corazón. Del Corazón a la comunidad y de allí a la Divinidad entre nosotros/as.

El anhelo por la unión con la Divinidad es lo que hace encontrar paz y el gozo de sentirse amado/a. Se gira para aprender a hacerse pequeño/a, desaparecer, morir y ser abrazado por la inmensidad. La disciplina del Giro Sufí no se centra en la técnica sino en lo cíclico de la repetición del llamado con insistencia a retomar el poder de la voluntad de evolucionar de lo denso a lo más sutil.

La esencia del Giro Sufí es entregar a los/as demás el amor que emana del centro de nuestro propio ser, siendo Uno en todo y con toda la creación.

El legado de la danza ritual del Giro Sufí es patrimonio de la humanidad, una vez que la técnica se asienta el alma puede quedar atada a ella o manifestarse libre. La dualidad del humano existe, de este modo, la esencia de la enseñanza de la “Sema” nos recuerda la necesidad de volver a aunar con el arte el rito y la devoción en círculo en la comunidad.

La relación íntima y personal con lo sagrado gira en relación con el equilibrio y plenitud que nos complementa en los estados sutiles de conciencia en los actos cotidianos.

Sinceramente, si sientes que profundizar en la técnica del Giro Sufí empieza por aprender a girar entonces no has entendido para qué girar. Girar empieza con la respiración del gran misterio que late en tu corazón. El primer paso es susurrar el Santo Nombre incesantemente hasta que lo integres en tu mente y paso a paso sea el latido que da ritmo a tu corazón. Cuando tienes a la Luz Absoluta iluminando tu corazón también la tendrás en la lengua, en tus manos, en tus pies, en todo tu ser. Entonces ya no tendrá sentido girar sino girarte a los demás. Un atajo es que inundes tu mente de devoción y visualices que aumentas la Gracia de ampliar tu territorio espiritual. Aúlla fuerte en la intimidad visualizándote con mayor misericordia y susurra incesantemente el Santo Nombre para que se instale en tu garganta. Cuando descanses acurrúcate en el misterio de lo sagrado y cuando estés en vigilia pon atención en ver la belleza que emana de la creación en todo. Escucha profundo el Viento Sagrado, inspira, retenlo en tu alma y exhala para vaciarte de nuevo. De esta forma podrás experimentar el vacío y la añoranza de volver a sentir el Santo Aliento de pura vida en tu ser. Tal vez tardes meses en aprender a desear amar, disfruta de enamorarte de la Divinidad con solo sentir que te respira por dentro. Acaricia esa pasión de amar profundo, el deseo de amar ya es una forma de amar, el anhelo de encontrar el Amor Incondicional es una señal inequívoca que ya mora en ti más cerca que tu propio corazón.

 

La danza mística con la técnica del Giro Sufí es una meditación dinámica para conectar con tu divinidad, sentir el universo, el sol, y el movimiento giratorio de los planetas. Las células, el ADN, todo el ser se conecta con el cosmos con los giros hacia el corazón, en sentido contrario a las agujas del reloj, para viajar sin tiempo hacia lo más profundo de la esencia humana que se reconecta al Cielo y se enraíza a la Tierra irradiando amor incondicional. Los movimientos circulares facilitan conseguir sutiles estados de conciencia y éxtasis místicos. Ahora bien, mi humilde opinión es que esta definición de la meditación dinámica con Giro Sufí no hace más que distraerte de la verdad del peregrinar en el encuentro con la Divinidad. El Giro Sufí es poesía en movimiento para ser realizado dentro de una ceremonia o ritual, que nos recuerda la pureza de la conversión del corazón y el descanso arrollador con la quietud del espíritu en el encuentro íntimo y personal de la amada alma transformada en el Amado Dios. Esto también es texto adornado, en fin, si tu pretensión es avanzar en el encuentro con lo Sagrado no hay más que poner atención a tus pasos cotidianos en el dar y recibir amor sintiéndote Hijo/a de la Divinidad Padre-Madre. El valor del Giro Sufí está en el/la “Derviche” que gira dando un fiel testimonio de la certeza que somos seres eternos.

 

La danza mística empleando el Giro Sufí es un entrenamiento de iniciación en un compromiso interior, o más bien un camino para los/as iniciados/as en el ardiente anhelo de ser Uno con Todo. La realidad es que la técnica no da paso a la mística sino que es cuando se revela lo oculto que se entiende el motivo que incita a girar como ofrenda a la Divinidad. Es evidente que se debe respeto a la técnica en el contexto de la “Sema” en las tradicionales rituales sufís. Los/as devotos antes de participar en las ceremonias como “Derviches giróvagos” realizan un periodo de interiorización y aprendizaje con los/as compañeros/as, maestros/as y la comunidad de la orden espiritual. Esa instrucción e interiorización se dilata en el tiempo mientras que se aprende no solamente la técnica del Giro Sufí sino toda la estructura del camino místico del sufismo “tariqa” en la que deciden profundizar y enraizar los cimientos de la fe.

La vivencia durante meses en la convivencia y compromiso en el servicio a los/as hermanos/as de la comunidad lleva a integrar con normalidad el mismo compromiso con la comunidad y sociedad en general. Las personas, especialmente las más pobres al ser necesitadas de ayuda material, emocional, psicológica y espiritual son la principal vía de encuentro con el santo amor al prójimo. Solamente una vez que se ha integrado ese estado de conciencia se puede progresar en la mística del sufismo. Claro que se puede aprender a girar, más o menos rápido según las propias habilidades de psicomotricidad, la voluntad y el tiempo empleado de forma más o menos intensiva, aunque el objetivo no debe ser personal sino universal y trascendente.

 

Hay que ser muy consciente y consecuente con lo que se ora de corazón, porque es uno/a mismo/a quien con la Gracia de guiar nuestro propio libre albedrío vamos construyendo aquello que deseamos para un mundo mejor. Una enseñanza fundamental básica para iniciar el camino místico es rezar suplicando perder el apego por lo mundano y hacerlo con firme intención de poner la voluntad de implementarlo en la cotidianeidad. Un atajo es la ayuda del ayuno, nos tanto de alimento sino realizando aquello que es una penitencia para traspasar los bloqueos personales. La rosa manifiesta su belleza también por sus espinas. La Gracia y belleza de la Divinidad forma parte de la cruz y las espinas.

Cada persona debe llevar su cruz y sus espinas con alegría para avanzar a la siguiente estación espiritual. Cuando el cuenco se vacía acontece una succión que pide volver a llenarse esta vez no atrapado en lo mundano sino como una semilla que pide ser regada con atención, cuidado y amor. Se deben reconocer las partes rechazadas y negadas de la psique de uno/a mismo/a, este es el trabajo sufí tradicional de “sacar brillo al espejo del corazón,” a través del cual llegamos a vislumbrar nuestra verdadera naturaleza. Cuando el espejo interno está cubierto de proyecciones, prejuicios y condicionamientos, vemos todo distorsionado; vemos las confusas reflexiones de nuestra propia luz y oscuridad. A medida que lustramos el espejo, se desvanecen las distorsiones y comenzamos a ver con una nueva claridad y simplicidad.

Hay muchos estados de conciencia que no son compartimentos estancos. Unas veces progresamos en unos ámbitos y en otros continuamos anclados. El objetivo es seguir adelante con integridad, paciencia y calma. Es precioso aprender del ejemplo de vida de hermanos/as que llevan un largo recorrido de estación en estación regresando a motivar a otros para seguir avanzando.

Reconocer que se es pequeño, que se necesita a los/as demás y fundamentalmente recordar nuestra propia divinidad es la primera gota que limpia el cuenco. Cuando el recipiente está limpio se va llenando de amor en acción y ya no se busca más recompensa que mantener la Gracia de seguir amando siendo Uno con Todo.

Pretender ser un/a “Derviche” es una inversión del alma. No es un secreto afirmar que es una salvación segura aunque si es una realidad que es una pérdida de las comodidades del ego, es un continuo confronto con la propia zona de confort. Por este motivo es fundamental el alimento de la certeza, porque es el amor en nosotros/as lo que alimenta el alma. Esa relación íntima y personal con el cuidado entre nosotros/as es lo que nos hace prósperos, abundantes y gozos de corazón.

El auténtico camino de la devoción es una continua renuncia a uno/a mismo/a para ser en los/as demás. Hasta aquí puedo contar, porque ya es mucho giro para llegar a esta estación. Algún día puedas tener la inquietud de leer acerca de la vida de las mujeres y hombres que han sostenido una entrega sincera, en el esfuerzo, por ir saboreando la santidad con mordiscos de realidad del pan nuestro de cada día. Es un esfuerzo gozoso; para entenderlo recuerda la metáfora de la rosa con sus espinas o la larva que se transforma en mariposa.

Reconozcamos la belleza de compartir el amor incondicional y el valor de realizar la voluntad de caminar la sanidad para ser fieles continuadores de su obra de luz y dar testimonio de su amor con nosotros/as.

Con los movimientos circulares controlados del Giro Derviche se facilita despertar la consciencia al mismo tiempo que en el proceso, a medio y largo plazo, se educa la fuerza moral y desarrollar la voluntad, paciencia, capacidad para controlar pensamientos y direccionar los sentidos. El propósito de la enseñanza del Giro Sufí no es aprender a girar sino ejercitarse en la Danza Devocional como una meditación dinámica o danza ritual que trasciende el cuerpo físico para que el alma pueda ascender y tocar los Cielos.

La técnica del Giro Sufí es un loable pretexto para preparar el camino del servicio a la comunidad desde la disciplina del cuerpo y la mente. Aunque, por si todavía no tienes claro la pureza de intención en la Danza Devocional, debo decirte que antes que pretender girar para ser sagrados hay que hacer un largo recorrido postrado con la cabeza más baja que el corazón. También puedes arrodillarte, que tus rodillas toquen el suelo y tu corazón el Cielo. Hay cientos de maneras metafóricas de arrodillarse, la belleza en lo que haces es el amor que pones en ello. Si lo prefieres puedes tumbarte, abrir los brazos y entregarte al Vacío para poder llenarte de Presencia. Cuando el cuenco del corazón esté vacío de tus apetencias mundanas podrás empezar a llenarlo de la voluntad de Dios, para que se haga su voluntad y no lo que gire por tu cabeza.

Hoy en día hay muchos buscadores de experiencias. Si tú tienes la Gracia de encontrar entonces mantendrás una práctica rutinaria y tal vez la técnica del Giro Sufí, vinculada a la reflexión de textos sagrados, sea una meditación en movimiento. Si resuenas con la danza y el Giro Sufí no pierdas tu entusiasmo y aúlla el Santo Nombre en tu garganta, aúlla el Santo Aliento hasta que tu respiración sea un reclamo de ser digno merecedor de irradiar la Gloria del Amor entre nosotros/as.

No te acomodes, no domestiques tu esencia por miedo a lo que opinen de ti, aúlla de gozo a cada latido de hacer su voluntad en tu libre albedrío. Aúlla con astucia para tomar conciencia que en el silencio se produce el encuentro y se da paso a la escucha del misterio. Aúlla para empoderar tu corazón y recupera la danza como espacio de encuentro y alabanza. Aúlla para marcar el camino de sabiduría a los buscadores y encuentra la armonía viviendo en sencillez como corderos.

 

La Danza de la Unidad es un misterio y la única forma de desvelarlo es aprender a penetrar en ella, para vivir en oración incesante en la presencia de lo sagrado que mora en Todo. Si te resulta incomprensible encuentra otras formas de conexión consciente para conocer la Verdad incontenible que nos hace libres. Todo es Unidad y UNO es con todo y todos/as nosotros/as.

Recuerda permanecer en guardia, vigilancia y percepción de la belleza de la creación, en cada momento de tu vida y visualizar que aumenta la Gracia de saber si estás en la Presencia de tu divinidad. Discierne si te estás alejando de la compasión y misericordia por tu falta de cuidado o de atención plena.

Todos los pensamientos e inspiraciones, buenos y malos, se sienten y aparecen uno tras otro, dando vueltas y alternándose, moviéndose entre la luz y la oscuridad, en constante revolución, dentro del corazón. Se requiere meditación para el recuerdo de los atributos de lo sagrado, entendidos como cualidades que nos elevan en el mundo espiritual, con el fin de controlar y reducir la turbulencia del corazón. La mente puede llegar a comprender que el alma anhela el silencio y la contemplación. El corazón media entre el cielo y la tierra.

La Danza de la Unidad nos recuerda que en el corazón un instante es eterno y en el corazón se manifiesta el poder de nuestro libre albedrío enfocado hacia la espiritualidad, que nos hace girar hacia lo sutil, lo eterno lo inconmensurable que nos hace transcender como humanidad.

Vive con intensidad y danza para celebrar que el Amor Sublime nos sostiene y nos está meciendo en su eternidad.

Danza Contemplativa

La Danza Contemplativa invita a dar un paso más profundo en relación al encuentro amoroso con la Divinidad. Es una oración en movimiento, es una conversión hacia el corazón. La Danza Contemplativa es la observación atenta, tranquila, placentera en quietud mental sostenida con movimientos en constante repetición.

 

La Danza Contemplativa no es más que una forma de oración para aquellas personas que por nuestra psicología personal nos facilita vincular el cuerpo para integrar lo emocional y lo mental, para de esta forma inclinarse hacia el Ser Supremo. El movimiento enfocado para la oración es un camino, de tantos muchos que existen, para encontrarse con la Divinidad.

Si lo que pretendes al danzar es encontrar momentos de éxtasis pues evidentemente estás danzando por un motivo egocéntrico que te aleja de la diana a la que apunta la humildad y pobreza del espíritu básica en la oración.

 

La Danza Contemplativa requiere la buena disposición de trabajar en uno/a mismo/a, de hacer el trabajo interior de purificación y transformación. No hay dos peregrinos que caminen por el sendero del mismo modo porque cada corazón, cada alma, es única.

Demasiado a menudo vemos la vida espiritual únicamente en términos de auto-desarrollo, deseo de progreso, auto-afirmación o logro de estados espirituales. Perdemos completamente el principio básico en relación a que el sendero nunca trata de nosotros/as, ni de nuestro bienestar individual ni espiritual. Ser espiritualmente maduro es reconocer que trabajamos en nosotros/as no para nuestro beneficio sino para servir para evolucionar en un mundo mejor.

 

La Danza Contemplativa requiere mucho camino de entrega y servicio, por este motivo es recomienda que, por lo menos, podamos hacer la danza desde un enfoque devocional. La gratitud y la devoción también es una forma de amar. El canto y la danza nos ayudan a expresar la alegría y provoca una sensación de entusiasmo que resuena con el gozo de la presencia plena.

 

La Danza Contemplativa maneja los movimientos corporales para calmar la mente y entrar en un clima de oración íntima en relación con la Divinidad. Recuerda que orar es ponerse mental y anímicamente ante la presencia del Amor Verdadero, orar es recordar que somos eternos.

 

La Danza Contemplativa se desarrolla como manifestación de nuestra oración. Por tanto, no hay más que orar poniendo movimientos o gestos sosegados, conscientes y honestos con la intención y deseo sincero de ofrecer nuestro arte que brota del corazón consciente de la Presencia en santidad.

 

La Danza Contemplativa no pretende más que, mediante la poesía del cuerpo, encontrar uno de tantos posibles caminos para contemplar la belleza al escuchar nuestro espíritu unido a Todo en nuestro interior y no vivir indiferentes a su Presencia en todo y en todos. En realidad es tan sencillo como leer un libro abierto y beber de un manantial de agua viva. Algunas personas necesitamos expresar eso de lo cual nos alimentamos y que no sabemos describir con palabras, entonces no nos queda nada más que danzar y celebrar.

 

La Danza Devocional no es un baile, expresión popular de la alegría humana, es un gesto de reconocimiento a la Presencia plena en la vida cotidiana. La Danza Devocional es el reflejo de nuestro Amor, dando Gloria con nuestro gozo por la entrega al amor que fluye de la Fuente de bendición y riega nuestras relaciones con los brazos abiertos a dar a los/as demás lo que nos gustaría que nos regalasen con serenidad, compromiso y complicidad.

 

La Danza Contemplativa no es otra cosa que un estado, encuentro o relación con lo Eterno. La Contemplación es inspirar, sentir, vivir el amor. Una buena noticia es que desear amar también es una forma de amor. También danzamos para agradecer y celebrar, hacerlo es una gozosa forma de amar. Ahora bien la Contemplación, con la mente clara y el corazón dispuesto a la escucha sincera y profunda de la Divinidad, es vivir el presente como un momento maravilloso para habitar en el mundo como hermanos/as y transmitir que somos parte, arte y danza en el camino, verdad y vida. La Contemplación es amor en acción, es cargarse de arrojo para entregarse en el amor y ser testimonio de Buenas Nuevas en la familia, el trabajo cotidiano y el compromiso en la comunidad.

Contemplación

La Contemplación es una reflexión serena una inclinación del alma profunda e íntima sobre la divinidad, sus atributos y los misterios de las leyes o principios universales.
En la Contemplación el misterio se desvela, se desteje, se desnuda en una relación donde el alma es arrollada en el Amor Verdadero.

 

En la Contemplación la persona se desvanece, la mente se adormece y se despierta el espíritu que contempla con los sentidos del corazón. En la Danza Contemplativa no hay más movimiento que el susurro del Santo Aliento de, en y para aprender a amar más y mejor cada día. Ahora bien bendita sea la danza en movimiento que nos impulsa a la quietud. La danza focalizada en contemplar el Amor Absoluto es una oración donde el movimiento facilita trascender los bloqueos del cuerpo, las emociones y la mente para religarse con el alma sutil que desea volar hacia adentro de Dios con nosotros/as.

 

La Contemplación es inspirar, sentir, vivir el Amor Incondicional. Una buena noticia es que desear amar también es una forma de amor. También danzamos para agradecer y manifestar con plenitud una gozosa forma de amar. Ahora bien la Contemplación, con la mente clara y el corazón dispuesto a la escucha sincera y profunda de nuestra divinidad, es vivir el presente con gratitud para habitar en el mundo como hermanos/as y transmitir que somos parte, arte y danza en el camino, verdad y vida. La Contemplación es amor en acción, es cargarse de arrojo para entregarse en el amor y ser testimonio de Buenas Nuevas en la familia, el trabajo cotidiano y el compromiso en la comunidad.

 

La Contemplación es empaparse del amor para refrescar los corazones. Es dar al otro para recibir dando entre todos/as nosotros/as. La Danza Contemplativa es uno de los múltiples pasos para girar hacia el corazón en una conversión profunda que trasciende al mundo en nuestros pensamientos, palabras y obras. Contemplar es atreverse a mirarse ante los ojos del espíritu, a ser nada en el Todo y entregarse a los demás por amor.

 

La purificación interior es un importante trabajo preliminar a la práctica de la Contemplación. La pureza del alma es un constante pulimiento de los patrones de nuestro comportamiento para liberarnos de actitudes y respuestas que interfieren con nuestras aspiraciones. El trabajo psicológico interno es parte de este proceso. Confrontar la “sombra,” las partes de nuestra psique que han sido reprimidas, rechazadas y no aceptadas; aceptar nuestras heridas; y transformar las dinámicas psicológicas y los modelos de condicionamientos. Mediante el trabajo espiritual se desarrollan las cualidades que necesitamos para la contemplación, por ejemplo autodisciplina, compasión, paciencia, perseverancia, receptividad, escucha y atención interior.

 

La práctica de la Contemplación requiere un deleite en saborear temas espirituales mediante la meditación de textos sagrados, Buenas Nuevas, Alabanzas y la práctica del recuerdo de lo esencial y trascendente mediante jaculatorias. Para vivir la Contemplación se requiere aprender la destreza de aquietar la mente y atender a las necesidades de la divinidad en nuestra vida interior y exterior. Es fundamental aprender a templar las cualidades negativas como el enojo, la codicia, los celos y el juzgar.

 

La Contemplación es un proceso por el cual somos más capaces de sintonizarnos con nuestra naturaleza superior y vivir sus cualidades en nuestra vida cotidiana, transformándonos tanto a nosotros/as mismos/as como a nuestro entorno. Aprendemos a estar siempre atentos/as a las necesidades de nuestro Amado en cualquier forma que Él aparezca.

 

Es el propio libre albedrío lo que abre a los seres humanos a la infinita fuente de amor ilimitado. Quienquiera que tenga la certeza que puede ser un ser pleno o sagrado puede alcanzar la divinidad por su propio esfuerzo. La Gracia es un regalo, fluye de corazón a corazón en una transmisión de amor. La Gracias es parte del misterio de la creación, es el don que se derrama en la copa de la certeza de ser libre que late en el centro del ser.

Con la certeza que somos seres de luz infinita es que acontece lo que se manifiesta a través de la oración “Hágase en vosotros/as según vuestra fe” (Mt. 9: 28-29). La fe es la cereza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. La fe es la esperanza con seguridad (Mt.7:7-8; Mt. 21:21-22; Jn. 14:13-14). La fe nos impulsa a seguir constantemente evolucionando. El mayor regalo de la fe es tener la certeza que estamos inmersos en la Gracia de la Luz Infinita, la bebemos, la comemos, la vivimos, la oramos, la generamos no según nuestras peticiones sino con la toma de conciencia que siempre sea y es lo mejor para todos/as nosotros/as de acuerdo a las leyes universales de la creación.

ESPIRITUALIDAD Y RESILIENCIA
La resiliencia de la mano de la espiritualidad encuentra el empoderamiento personal y social en los procesos de vulnerabilidad. Ante procesos de dolor un corazón con intenciones puras y una mente abierta facilita contemplar la belleza oculta en las dificultades de la vida.

La resiliencia se construye en un proceso continuo durante toda la vida, en una interacción entre la persona, el sistema social y la interacción con el entorno.

Admitir las propias debilidades facilita que el otro las acepte. Por eso la propia aceptación condiciona la posibilidad de dejarse cuidar, de recibir el amor del otro. Amar al prójimo como a uno mismo anima a dar un paso hacia la aceptación de la realidad interna y externa como algo propio, como algo de lo cual es nuestro espejo.

La certeza que no estamos solos ante los dolores y decepciones para afrontar las dificultades nos aporta el valor para superar las tragedias de la vida. En toda crisis hay una oportunidad que ayuda al humano a renacer fortalecido por las adversidades.

La dimensión trascendental, el sentido, misión y sacralidad de la vida, el altruismo, etc se vinculan con valores espirituales que otorgan mayor capacidad al humano para desarrollarse en presencia de grandes dificultad.

 

La espiritualidad llama a encontrar el amor ante el dolor aunque con la comprensión de las leyes universales de causa y efecto y las consecuencias del libre albedrío.
La relación de cercanía y cuidado con el prójimo abre la puerta a la esperanza y a la indulgencia transformando los sentimientos en la confrontación con una situación difícil y destructiva.

Lo que reúne, lo que vincula al amor entre nosotros/as es considerar a la Divinidad en intimidad con nosotros/as.

Si alguien no logra amar, porque está metido dentro de su angustia, amargado y si hasta ese deseo le es inalcanzable, a causa de la tristeza y la crueldad donde está hundido queda todavía el deseo de desear el amor.

El perdón indulgente tiene más inteligencia, sabiduría y voluntad que nuestros sentimientos. Se trata de reconocer la realidad tal cual es y de construir a partir de allí. Esta dinámica puede ser esencial para la resiliencia porque busca poner en movimiento el crecimiento en el punto en que lo habían detenido los sucesos dramáticos: abusos, maltratos, violencias sexuales, crímenes, guerras o simples conflictos hirientes.

Las personas que ven un sentido y una coherencia a lo que sucede en su vida, muestran más resiliencia que otras. La persona que vivió la dificultad de dar o recibir el perdón indulgente es consciente que no se trata de una solución fácil, porque una vez que sucedió la desgracia no podemos volver atrás, hacia un mundo ideal y el mejor camino es afrontar el día a día de la mejor y más elevada forma posible.

La herida es el lugar donde la luz entra en ti. La resiliencia considera realista tratar el crecimiento humano integrando, poco a poco, las cicatrices del pasado en una transformación positiva de la aflicción. Una alegría de vivir que no niega ya los sufrimientos, sino que los integra.

CONCIENCIA  PLENA

“Hesicasmo” es un término del griego derivado de “hesykhía”, que significa quietud, silencio, paz interior. Es una doctrina y práctica ascética difundida entre los monjes cristianos orientales, a partir del siglo IV d.C. con los llamados Padres del Desierto.

“Hesicasmo” como práctica de “mantener la quietud” se basa en un encuentro o comunión con la Divinidad y para esto se da un conjunto de prácticas fisiológicas y psicológicas; por ejemplo mantener la inmovilidad física y psíquica mientras se recita incesantemente una jaculatoria, como podría ser la llamada la “plegaria del corazón“, la cual consiste en una reiteración de una misma frase según el ritmo relajado de la respiración.

Jaculatoria es una breve oración, plegaria o invocación lanzada al cielo con fervor del vivo corazón. ​Este recitado permite llenar el vacío entre los tiempos de oración y las actividades ordinarias de la vida y conectar con la inmanencia y trascendencia en momentos de trabajo. También se práctica en concentración, intimidad y con exclusión de toda otra actividad.

El método se fundamenta en la sencillez para alcanzar más fácilmente un estado de contemplación y guarda del corazón. Es una labor ligada a la mesura, serenidad, talentos y dones personales. La postura recomendada es permanecer sedente, disminuir la luz, cerrar los ojos, usar si se requiere un rosario para lograr una mayor concentración de la mente que retoma la conciencia presente con el paso de cada cuenta, para así ligar la atención o conciencia plena en re-unión y relación íntima con lo Sagrado.

 

Metanoia (del griego, “meta”, más allá y “nous”, de la mente o “metanoien”, cambiar de opinión, arrepentirse) Su significado literal del griego denota una situación en que en un trayecto ha tenido que volverse del camino en que se andaba y tomar otra dirección.

Esta palabra también es usada en teología cristiana asociando su significado como una transformación profunda de corazón y mente. Un giro para comprender con el corazón, concebir más allá de la mente con el espíritu puro en santidad.

Μetania es introspección, renovación para el cambio por la contrición verdadera. Es conversión en el renacimiento de una vida nueva y despertar espiritual.

Metanoia es emprender el camino y verdad de la liberación en la transitoriedad, no permanencia del individuo. Es la comprensión de la insustancialidad y el sufrimiento existencial cuando se vive separado de la unidad de la Divinidad, debido al apego, ignorancia y aversión que se piensa, se desea y a continuación se puede o no llevarse a la acción como reflejo del estado de pureza de nuestra alma.

(Mat.15:19) ”Desde el corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, insultos y las blasfemias”.

Una forma en las que podemos “convertirnos al corazón” nuevamente como niños, para recibir la palabra como avidez y humildad, es entender la enseñanza que se precisa para cambiar la manera obsoleta de pensar o razonar. Se necesita odre nuevo para vino nuevo.

 

Metacognición es la capacidad de auto-regular los procesos de aprendizaje. Involucra un conjunto de operaciones intelectuales asociadas a la forma de aprender a razonar y aplicar el pensamiento, control de la voluntad y regulación de los mecanismos cognitivos para cosechar conocimiento y conductas en su contexto sociocultural.

La Metacognición no implica necesariamente la aceptación y la eliminación de juicio, sino más bien la toma de conciencia, interpretación y regulación de los procesos mentales internos. Implica un acceso reflexivo a la mente al tornar está sobre sí misma y tomar conciencia y control de la propia cognición en cuanto al valor funcional o el grado de verdad de sus contenidos y procesos cognitivos y conductuales. De este modo, uno tiene capacidad de anticipar la conducta propia o ajena porque constantemente aprende, recaba, interpreta, evalúa y procesa información consciente o inconscientemente en interacción con su entorno.

El conocimiento metacognitivo o creencias proposicionales son creencias positivas o negativas sobre la regulación de los estados internos se interrelacionan con los planes y decisiones tomadas para regular estados internos que dan lugar a estrategias de afrontamiento y cambios en el foco de atención.

 

Para pasar de un antiguo modo de creencias a un plan de acción nuevo se requiere “conciencia plena” que está asociada a un estilo de pensamiento, conducta, foco de atención y una reconceptualización, conversión o metanoia, puesto que, nadie remendaría ropa vieja con ropa nueva.

Captar el significado de metanoia, es comprender lo que significa aprender en relación con la metacognición. Es un cambio de enfoque, un cambio de perspectiva experiencial. De este modo, se puede entender la “atención o conciencia plena” como una práctica meditativa mientras se realiza actividades habituales al ser conscientes de lo que estamos haciendo en presencia de la Divinidad.

sinceridad
sensibilidad
agradecimiento
empatía
cooperación
generosidad
humildad
MEDITACIÓN  Y  CONTEMPLACIÓN

Contemplación es una meditación profunda de carácter místico en la que se presta “conciencia plena” a lo santo, a lo sagrado que mora en todo siendo UNO Eterno.

Ser conscientes de los propios caminos de “prácticas de meditación” puede enriquecer nuestra oración contemplativa. Su práctica va mucho más allá de ser una mera técnica de autocontrol psicológico porque genera mayor capacidad de amar a otros, humildad, autoconocimiento, crecimiento en virtudes, desapego de lo material, entrega a la Divinidad, aumento en los frutos del Espíritu y, por supuesto, un serio y auténtico conocimiento personal.

La meditación cristiana es llamada también oración mental. Santa Teresa de Jesús, maestra de oración, Doctora de la Iglesia, consideró que la “meditación” es búsqueda, tanteo y la “contemplación” es hallazgo, posesión.
Recomendó no convertir toda la oración en reflexión: “Es bueno discurrir un rato… pero que no se vaya todo el tiempo en esto… porque la sustancia de la oración no está en pensar mucho, sino en amar mucho… y amar es una relación bidireccional, un vínculo sagrado donde complacer al Amor Incondicional en todo”.

Debemos recordar que la “meditación” está ordenada hacia la contemplación. De tal manera que, si estando en “meditación”, el Santo Aliento nos da la gracia de recogernos en silencio o de darnos contemplación, no podemos tratar de seguir meditando.

Son formas de orgullo el engreimiento, deseo de poder, vanidad, querer quedar bien, querer ser apreciado, reconocido, estimado, aprobado, consultado, alabado, preferido, defensa de los propios intereses, creerse indispensable, defensa de la propia imagen, temor a perder la fama, temor a la crítica, etc.

El servicio y la adoración limpia el orgullo. La oración nos hace humildes, pobres de espíritu al tomar conciencia de la omnipotencia y gloria del Amor Todopoderoso.

La oración es en un camino comprometido con la Verdad, con el servicio a los demás y con una profunda búsqueda de pureza y Amor para estar en comunión con lo Sagrado.

Nuestra mente está ocupada en cosas que tienen que ver con el quehacer diario y las preocupaciones mundanas. Requiere esfuerzo vivir en atención a nuestra Divinidad. Dadas las ocupaciones cotidianas necesitamos tener momentos específicos de meditación y reconexión con lo sagrado.
La oración es un diálogo con nuestra propia Divinidad. Hay que dejar espacios de silencio interior para que el Amor nos hable al corazón.
La forma más básica de oración consiste en visualizar lo mejor y más elevada forma posible de aportar y crear un mundo mejor. Hay más generosidad con la oración de intercesión, cuando oramos no para pedir por uno/a mismo/a sino para conectar con pensamientos elevados para mejorar la situación de alguien, un colectivo de personas o por alguna cosa altruista más general.

La oración de arrepentimiento no consiste en pedir perdón, sino en la actitud de contrición verdadera ante nuestro propio ego, cuando fallamos al amor al prójimo o nos alejamos e incluso rechazamos al Amor en Todo.

La oración de reparación no consiste en pedir perdón por las ofensas y carencia de conciencia sino en reparar o restituir las causas y efectos de esas deudas u ofensas. Podemos orar unos por otros, incluso por humanos que no se arrepienten de sus palabras, obras y omisiones. La oración proactiva puede reparar por las ofensas y rechazos de parte de tantas personas. Somos un cuerpo orante, siendo almas unidad en todo. Nuestros pensamientos, palabras y acciones generan consecuencias y crean realidades. Por ejemplo, si alguien blasfema contra alguien entonces para reparar esa frase, que genera adversidad, a continuación podemos pensar en una reparación con un acto compensatorio.

La oración de agradecimiento forma parte de nuestro camino, verdad y vida. Nos impulsa a valorar y pensar en la grandeza del amor y omnipotencia del Eterno.

La oración de entrega es de las más necesarias, puesto que es una oración de confianza, es el camino de recibir al dar amor.
No debemos confundir permitir hacer la voluntad marcada en el camino de mejorar nuestros atributos como humanos con querer nuestra propia voluntad. El servicio al prójimo, de forma desinteresada, es una forma de oración en silencio y de amor en acción.

 

La oración de adoración es muy elevada porque tenemos que darnos cuenta y no olvidar que somo UNO en espíritu y verdad en Todo.
Adorar consiste en conocer las leyes universales de emanación, creación, formación y acción, denominadas en el Árbol de la Vida como YHWH. Adorar es la sabiduría y entendimiento para dar amor con intensidad al próximo y servir con gratitud sobre todas las cosas. Estamos interconectados, todos somos Uno.
Al visualizar un mundo mejor, le damos paso a nuestra Divinidad para que actúe en nuestra alma, en nuestro corazón, nuestro entendimiento y nuestra voluntad.

En el silencio el Vacío, UNO Eterno, se comunica mejor al alma y el alma puede dejarse amar incondicionalmente e ilimitadamente. Amarse es conocerse, es profundizar en el ser libre y eterno.

La adoración nos va haciendo conformar nuestra vida a los planes que la Fuente de Vida tiene para nuestra existencia nos va haciendo cada vez más a imagen de la completo y sagrado, nos va haciendo más semejantes a la conciencia Crística. La meditación en los atributos del Árbol de la Vida nos va develando lo oculto, sobre todo la verdad sobre nosotros mismos: nos muestra cómo somos realmente.

 

La ORACIÓN CONTEMPLATIVA es llenarse de Amor Verdadero y darlo a los demás. La oración sincera impulsa a dar a conocer el amor, la belleza y la armonía a los demás.
Lo importante es lo que la Divinidad nos muestra en nuestros actos cotidianos, como hablamos y actuamos es un reflejo de nuestra alma.

La oración, es amor en acción, está conectada con valores humanos y espirituales que construyen la vida en conexión con el servicio sincero y la empatía hacia o el sufrimiento ajeno.

La oración contemplativa consiste en abrirse a la presencia real de la Divinidad en nosotras las almas, en quien encontramos la verdadera sanación, paz y salvación eterna. Mediante su práctica se busca silenciar los ruidos interiores de la mente. Es un proceso constante que implica despojarnos del propio yo, del egoísmo, el egocentrismo, la soberbia, el orgullo y la vanidad. Se mantiene una actitud de escucha en la que, desde la humildad, hay una parte de recogimiento interior para encontrar el fin último de nuestra existencia en la tierra, la unión con el Eterno.

Bienaventurados los de limpio corazón, porque verán la Luz de Sabiduría Absoluta que emana, crea, forma y acciona como Fuente de Vida.

certeza como resiliencia

El sentido de la vida es una vida con sentido que da el aliento de vida. Es una manera de estar presente, de experimentar y actuar que proviene del reconocimiento de una dimensión trascendental, caracterizada por ciertos valores con respecto a uno mismo, los otros, la naturaleza y la vida.

La resiliencia tiene tres dimensiones que ayudan a calmar las emociones que surgen ante las adversidades: la intrapersonal, conectada con el poder interior; la interpersonal, en relación a la necesidad de sentirse parte del entramado afectivo de los demás; y la transpersonal, en la cual el ser humano presenta el sentimiento de pertenencia a una realidad superior.

La espiritualidad es una dimensión intrínseca a la persona, no es accidental ni ocasional sino que constituye un componente propio del ser humano.

La certeza es la forma de religarse con confianza en un Ser Superior. Es una construcción humana que no va contra la razón pero va más allá de ella. Es una vivencia personal que da sentido y otorga valor a la vida.

 

La oración es la acción consiente que expresa el agradecimiento, la súplica y la alabanza a un Ser Superior. En cambio la meditación representa una elevación de la mente y el corazón a una dimensión trascendente, en la cual no necesariamente se incluye la creencia y/o relación con un Ser Superior.

Para entrar en meditación se suele recurrir a diferentes técnicas tales como la relajación, el silencio, la respiración, las posiciones corporales, la lectura de textos sagrados, etc.

La salud es el estado de bienestar biológico, psicológico, social y espiritual.
Existen personas que tienen una gran vivencia espiritual y que no necesariamente se vinculan a una religión específica, y otras que practicando una determinada religión, dejan muy poco lugar a la espiritualidad.

Es posible que una participación en los grupos religiosos signifique más una afirmación de pertenencia a un colectivo que de compromiso.

La búsqueda de lo trascendente se relaciona con un conjunto de necesidades en términos de solución de las angustias, de recuperación de la autoestima, de afirmación de la identidad e integración social y de búsqueda de un sentido de vida capaz para afrontar el futuro.

Profundizando las realidades de la vida se llega a lo espiritual, puesto que no se puede llegar a lo espiritual sin estar con los pies en la tierra. La espiritualidad no es simplemente una cuestión de opinión y de elección, ya que ella trata de manifestar algo sobre la realidad cotidiana.

Mística cristiana

La mística cristiana se apoya en reconectar con nuestra propia Divinidad. El Amor Incondicional se revela gratuitamente y con sobreabundancia aunque para alimentar la relación de cercanía y autenticidad entre los humanos se requiere una predisposición activa y compromiso.

La mística es un camino para decidir sobre nuestra vida y acciones en relación a encontrar los atributos de la Unidad en todo lo que existe.

Las emociones, las intuiciones, las reflexiones, las revelaciones en contemplación dan coherencia, profundidad y sentido a la certeza de sabernos seres sagrados.

 

La mística cristiana pone énfasis en tres etapas que se complementan:

La primera etapa es la del trabajo de control del cuerpo, emociones e intelecto. Es el desarrollo y la comprensión de la templanza y la humildad como virtudes.  En esta etapa la Gracia de conocer las leyes universales de causa y efecto se entrelaza con nuestra voluntad en un trabajo diario de ascetismo y virtud.

La segunda es la etapa de contemplación y comprensión de la revelación de la divinidad, tanto la natural como la sobrenatural. Para contemplar y comprender de nuevo tenemos que dar consistencia con nuestra voluntad.

Por último tenemos la “divinización”. Aunque la palabra nos induzca a pensar en hacernos dioses/as, por supuesto que no se trata de eso, sino de convertirnos al servicio del Amor Universal del Uno Eterno, que actúa como una familia dentro de una asamblea, comunidad o fraternidad.

 

El objetivo de la espiritualidad no es llegar a un estado personal de éxtasis sino que tiene un carácter comunitario y social, para hacer llegar al mundo el reino del Amor Incondicional, Verdad Absoluta, cuando nos negamos a nosotros/as mismos/as para darnos a los/as demás amando de forma consciente. Del mismo modo alcanzamos la excelencia cuando comprendemos que recibir es una forma de amar, dando a la humanidad la oportunidad de dar con generosidad.

La mística cristiana se centra en la relación íntima con lo sagrado que mora en cada ser, se desarrolla en la comunidad y se vuelca al mundo para transformarlo con actos cotidianos.

 

 

7 pasos para cultivar el camino del amor sublime y la certeza:

• INVOCACIÓN
• LECTURA SAGRADA
• MEDITACIÓN
• ORACIÓN
• CONTEMPLACIÓN
• ADORACIÓN
• COMPROMISO Y ACCIÓN SOLIDARIA.

 

Convertirse es girar al corazón en calma, dicha, contrición sincera y sensibilidad ante la ley e incesante recuerdo que somos seres eternos.

• Con humildad de corazón entra profundo dentro de ti con la respiración.

• Lee reposadamente el texto bíblico hasta entender el mensaje que la Palabra Sagrada quiere darte.

• MEDITA cómo profundiza la Palabra en tu presente. Interioriza el mensaje ahondando en tu vida.

• ORA visualizándote creativamente mejorando el mundo en respuesta al mensaje que te ha inspirado una emoción  gratificante. Agradece con la certeza que todo siempre es lo mejor para aprender a dar y recibir amor.

• CONTEMPLA en silencio en atención y Presencia Plena. Refléjate en el Corazón, ten pasión por como la sagrado se da a conocer por el ardor de la Palabra. Permanece simple con serenidad ante los misterios que se te revelan cuando reconectar con la paz interior.

• ADORA en intimidad, alcanza la conciencia superior a lo mundano. Amar con intensidad es un estilo de vida. Podemos adorar en el espíritu con un corazón puro, abierto y sensible, cuando la mente deja de estar centrada en las cosas materiales. No existe nada más que el Amor Eterno que habita en todo y todo lo puede, por tanto todo es dar y recibir amor y cuidado sintiéndose en unidad con todo.

• Actúa con gozo haciendo un compromiso que brote de este encuentro con la Divinidad. Da un giro más a tu conversión, regresa a la vida con una actitud alegre y agradecida. Anímate y ama con tus pensamientos, palabras, actos y con tu ejemplo de ayuda en el camino de entrega y vía de Salvación.

 

“Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Porque el que pide recibe; el que busca halla; y al que llama se le abrirá”; (Mateo 7:7-8).

Pedid dando y se os dará entregando. Perdonad con indulgencia y no seréis juzgados por otros.

Buscad MEDITANDO textos de sabiduría sagrada y leyes universales de causa y efecto y hallaréis AMANDO.
Llamad ORANDO con visualizaciones creativas agradeciendo las bendiciones de la vida y se os abrirá CONTEMPLANDO con presencia plena.